Un aire de sofisticación


Yo no soy un musicólogo. Tampoco soy venezolano. Jamás sabría decir si un joropo es un joropo o simplemente tiene un aire de joropo.*

Lo que sé es que estuve recientemente en Buenos Aires y finalmente conseguí ver una presentación de La Chicana, grupo argentino que acompaño desde 2012, cuando los descubrí en un documental sobre el tango contemporáneo llamado Un giro extraño.

Debido al documental yo creía, al principio, que ellos formaban un grupo de tango de vanguardia. Con el tiempo me di cuenta que realmente son de vanguardia, pero limitarlos al tango no corresponde a la verdad.

Su primer disco es Ayer hoy era mañana (1997), un título que por sí mismo ya prepara al oyente para algo que lanza la noción de tiempo directamente al caos.

Por razones obvias, mi iniciación ocurrió con el segundo álbum, también llamado Un giro extraño (2000). Luego que escuché la introducción de la primera pista, me di cuenta de que algo realmente sorprendente iba a suceder. Un violín que sonaba como Anton Webern anunció un tango feroz tanto en la letra como en la interpretación.

Fui cazando los discos en la Internet y, gracias a la “long tail” de la Amazon y de algunos viajes a Buenos Aires, hoy los tengo todos, inclusive una colección alemana de los cuatro primeros.

Descubrí que La Chicana no es un conjunto de tango. Es un conjunto de música en el más amplio sentido de la palabra. He leído algunos textos que los clasifican como una mezcla de tango y rock, pero esto es también un reduccionismo de lo que hacen.

Después de todo, ¿quién anunciaría durante una presentación que tocará un éxito del hit-parade , dada la fuerte presión de las masas, y presenta el concierto para violín en re menor de Bach (con el fabuloso Sebastián Zasali haciendo, en el bandoneón, el segundo violín)?

Las referencias musicales de Estol (compositor y líder del grupo) son variadas. Todos sus discos combinan composiciones suyas y de otros.

Tom Waits aparece desde el principio (es perceptible su influencia, sobre todo en los valses de Acho), pero también encontramos música gitana, tangos chinos, Kurt Weill y hasta nuestros Sivuca, Mutantes y Tomzé.

Por supuesto, la escuela de maestros porteños siempre aparece. Troilo, Gardel, Piazzolla, Solari, Cedrón y muchos otros.

Reconozco que La Chicana no es para neófitos. Sus melodías no son predecibles, las armonías extremamente complejas van mucho más allá de los 3 o 4 acordes que la mayoría están acostumbrados. Incluso cuando interpretan clásicos del repertorio, los arreglos están repletos de modulaciones y cromatismos que pueden sonar extraños a los oídos acostumbrados con el pastiche comercial al cual somos expuestos todos los días.

Para este tipo de arreglos se exigen músicos competentes. Muy competentes... lo que nunca le faltó a La Chicana. A empezar por el multi-instrumentista Estol (en el disco, porque en vivo solamente toca la guitarra... y como la toca!) Al principio con Valverde e invitados, para finalmente llegar al disco actual con Zasali, Rolón, Clavijo, Basto y Barbieri.

Las letras de las músicas son un caso aparte. Merecen algún día el escrutinio de un crítico literario sobre las historias, juegos de palabras y locuras de Estol, nuevamente, pienso yo, influenciado por Tom Waits.

Para darle sentido a esta combinación de palabras y música, la voz de Dolores Solá, Lola. Una voz potente, siempre afinada y con un toque de interpretación teatral. Sea en el extremo lirismo Una rosa y un farol, sea en la rudeza de Peón de ajedrez.

En vivo, entre un vaso de vino, uno de agua y una canción, ella intercambia con Acho comentarios de humor ácido e inteligente.

Lo único que lamentamos aquí es la dificultad en comprar sus discos. La solución es accesar el Youtube.

Por supuesto, para un poeta beatnik siempre hay una opción: revolución o picnic!

Este es uno de los chistes del espectáculo Antihéroes y Tumbas, cuando Acho relata que una vez fue corregido por una persona que se presentó como musicólogo venezolano. Desde entonces ya no se refiere al estilo de la música simplemente dice "tiene un aire de…”

Gracias Virginia Susana Fantoni Ribeiro por la revisión de mi pobre castellano

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